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Ensayos biológicos en macetas con trébol subterráneo en suelos del secano costero, VI Región de Chile. II (página 2)



Partes: 1, 2

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Ante la falta de información sobre métodos de
ensayo en
macetas en condiciones controladas de invernadero, que se
hubieran aplicado en el país, utilizando como planta
indicadora el trébol subterráneo (Trifolium
subterraneum
L.), se procedió a probar e implementar
un método
descrito en una publicación anterior (Opazo et al.,
1999),el cual se basó en las experiencias de los
investigadores australianos Ready et al. (1981a, 1981b) y
de Gilbert y Robson (1984). Además, se consideraron los
métodos publicados por Chaminade (1964) y también
por Schenkel y Baherle (1971), no obstante que ellos utilizaron
como planta indicadora la ballica (Lolium perenne L.). Por
otra parte es necesario señalar que para el trébol
subterráneo es fundamental considerar las condiciones
ambientales, ya que es sensible a las altas temperaturas, la cual
tiene influencia en la floración, por tanto este factor se
controló
varias veces en el día, manteniendo una temperatura
ambiente de 20
a 22°C.

Se tomaron muestras de suelo compuestas
en dos sitios a la profundidad de la capa arable. El Sitio 1
corresponde a la Asociación Curanipe, clasificado como
Alfisol, 20 km al norte de la ciudad de Pichilemu por la costa,
en el predio Centinela; es un suelo de textura franca, en
posición de terraza marina en el secano costero. El Sitio
2 corresponde a la Serie Marchihue, clasificado como Inceptisol,
5 km al norte del pueblo de Marchihue, en el predio Los Maitenes;
es un suelo de textura franco arenosa que está en una
posición de llano en el secano interior. La
caracterización morfológica de los suelos se
encuentra en Soto (1997) y las series se describen en CIREN
(1996).

Los análisis de las propiedades físicas
y químicas de los suelos así como también la
descripción de las unidades experimentales,
la siembra y otras prácticas de manejo en relación
con el método se indican en Opazo et al. (1999).
Las unidades experimentales fueron macetas de poliestireno
expandido con 2 kg de suelo (base peso seco) y seis plantas del
cv.Trikkala.

Tratamientos. Los tratamientos fuero seis:
testigo (T) sin fertilización; fertilización
completa (FC); FC-P; FC-S; FC-B y FC-Mo. En la
fertilización completa se aplicaron los macronutrientes N,
K, P, Mg, Ca y los micronutrientes Mn, Cu, Zn, Fe, B, Mo. Las
dosis y los compuestos químicos empleados en los
tratamientos se señalan en Opazo et al.
(1999).

Época de corte. Al inicio de la
formación de canastillos se cortaron las plantas desde la
corona incluyendo toda la parte aérea. La siembra se
realizó el 8 de agosto y se cosechó el 26 de
octubre, es decir 79 días de siembra a cosecha.

Rendimiento de materia
seca.
El rendimiento de materia seca por maceta se
determinó luego de secar el material vegetal, parte
aérea y raíces, en una estufa con
ventilación forzada a 65°C por 48 h.

Número de nódulos. Los
nódulos por maceta se contaron con una lupa luego de
separar las raíces mediante agua en un
balde y usando tamices de 2 mm (N° 10) y 0,25 mm (N° 60)
de la Serie US Standard Sieve Service. La operación de
separación de las raíces debe ser cuidadosa para
evitar pérdidas y el deterioro de los
nódulos.

Análisis de las plantas. Se realizó
análisis químico del tejido de las plantas
incluyendo la corona para nitrógeno, azufre,
fósforo, boro y molibdeno. Se obtuvo una muestra compuesta
de las tres repeticiones, ya que en algunos tratamientos la
cantidad de materia seca fue muy pequeña. Los
métodos de análisis químico fueron:
nitrógeno por método de digestión Kjeldahl
según Muller (1961) modificado; azufre por
digestión húmeda con ácido perclórico
y ácido nítrico según Johnson y Ulrich
(1959) modificado y determinación por
espectrometría de emisión atómica de plasma
de acoplamiento inductivo según Watson e Isaac (1990).
Para P, B y Mo, se realizó una calcinación de la
muestra a 550°C y las cenizas se disolvieron en ácido
clorhídrico; el fósforo se determinó por
colorimetría con ácido vanadomolíbdico; el
boro por colorimetría con Azometina-H y el molibdeno por
espectrometría de absorción atómica con
llama de acetileno y óxido nitroso. La técnica de
fósforo fue la de Lott et al (1956) modificada; boro y
molibdeno se determinaron según Sadzawka (no publicado
para análisis de planta). Los análisis de N, P y B
se realizaron en el Laboratorio de
Análisis Foliar de la Facultad de Ciencias
Agronómicas de la Universidad de
Chile, y los de S y Mo en el Laboratorio de Diagnóstico
Nutricional del Instituto de Investigaciones
Agropecuarias, Centro Regional de Investigación La Platina.

RESULTADOS Y
DISCUSIÓN

Propiedades físicas y químicas de los
suelos

El suelo Curanipe presenta una retención de agua
y una capacidad de intercambio catiónico más altas
que el suelo Marchihue, como resultado del mayor contenido de
arcilla y materia orgánica (Cuadro 1). Además,
presentó una mayor fertilidad que el suelo Marchihue, si
se consideran sus valores
más altos de fósforo, potasio, boro y azufre
disponibles (Cuadro 2).

Cuadro 1. Algunas propiedades
físicas y químicas de los suelos estudiados.
Table 1. Some physical and chemical properties of the
studied soils.

Retención de
agua

Granulometría

Suelo

33 kPa

1500 kPa

Arena

Limo

Arcilla

pH

MO
%

Al interc.

CIC

Acidez total

—-%—-

—– cmol (+) kg-1
—–

Curanipe

24,6

11,9

49,4

28,7

21,9

5,1

3,8

0,09

10,3

18,8

Marchihue

10,8

4,3

73,1

17,4

9,5

5,4

1,1

0,04

2,9

4,9

Cuadro 2.
Disponibilidad de nutrientes en los suelos.
Table 2. Soil nutrient availability.

Suelo

N
inorgánico

Pd

Kd

Sd

Bd

Mod

——————————– mg
kg-1 ————————

m g kg-1

Curanipe

17

7

376

4,43

0,64

2,4

Marchihue

10

1

124

0,69

0,04

3,1

Los resultados coinciden con lo señalado por Soto
(1997) al caracterizar los suelos en 15 sitios. Sin embargo, el
suelo Curanipe tiene un valor de
pH más
ácido (5,1) lo cual puede constituir un factor limitante
para el crecimiento del trébol subterráneo,
particularmente si se usan fertilizantes amoniacales. En la zona
comúnmente se han aplicado fertilizantes amoniacales (urea
y fosfato de amonio) tanto en la siembra como en las
fertilizaciones posteriores (fertilización de
mantención) de las praderas y, en las siembras de trigo
cuando se realiza una rotación pradera-trigo. La
acidificación también es un resultado de la
pérdida de bases en el tiempo, como
sería el caso del suelo Marchihue donde la pradera no
había sido fertilizada de acuerdo con los antecedentes
históricos de manejo.

Rendimiento de materia seca aérea y de
raíces

Al comparar los rendimientos del tratamiento testigo
(T), tanto para materia seca aérea (MSA) y materia seca de
raíces (MSR) en las Figuras 1 y 2, el suelo Curanipe
presentó un rendimiento de materia seca mayor que el suelo
Marchihue (P £
0,05), lo cual se explica por la diferencia en la
fertilidad que presentan ambos suelos. Los rendimientos del
tratamiento FC-P no fueron diferentes respecto del tratamiento T
(P £
0,05), lo que significa que el fósforo es el
principal nutriente aniónico que limita el rendimiento.
Este resultado es coincidente con los bajos niveles de
fósforo disponible encontrados en ambos suelos (Cuadro 1).
Además, las diferencias en MSA del tratamiento T (Figura
1) confirman que la fertilidad natural del suelo es uno de los
factores limitantes, particularmente la deficiencia de P, que
corregida puede incrementar la productividad del
trébol subterráneo, tal como lo demuestra la MSA
producida en el tratamiento con fertilización completa
(FC).

Figura 1. Rendimiento de materia
seca aérea (MSA) para los distintos tratamientos.
Figure 1. Aerial dry matter (ADM) yields for the different
treatments.

MATERIA SECA
AÉREA

TRATAMIENTO

En ambos suelos los rendimientos de MSA para los
tratamientos FC, FC-S, FC-B y FC-Mo fueron mayores de 5,6 g por
maceta (Cuadro 3), no así el rendimiento para el
tratamiento FC-P que fue menor. Este resultado indica que,
además de existir una baja capacidad de suministro de P en
estos suelos, el método de Olsen fue efectivo para
diferenciar niveles deficientes de P.

Cuadro 3. Materia seca
aérea y de raíces por maceta (seis plantas) en
ambos suelos.
Table 3. Aerial dry matter and root yield per pot (six
plants) in both soils.

Suelo Curanipe

Suelo Marchihue

Materia seca (g por
maceta)

Tratamiento

Aérea

Raíces

Aérea

Raíces

Testigo

2,62 c1

2,44 cd

0,95 b

0,92ab

FC

6,51ab

3,41 bc

6,05a

1,85a

FC-P

3,01 c

2,20 d

0,53 b

0,50 b

FC-S

5,98 b

3,61 b

6,02a

1,53ab

FC-B

6,94a

4,01ab

5,64a

1,69a

FC-Mo

5,99 b

4,93a

5,71a

2,01a

1 Letras iguales
en la columna indican que no hay diferencia estadística. ( P£ 0,05).
FC: Fertilización completa. – P: menos fósforo. –
S: menos azufre. – B: menos boro. – Mo: menos
molibdeno.

Aún cuando los niveles de S y B disponibles
(Sd y Bd) en el suelo Marchihue eran
deficientes (Cuadro 2), de acuerdo con los estándares
informados para trébol subterráneo y citados en
Carrasco et al. (1999), los rendimientos de materia seca
aérea para FC-S y FC-B no fueron significativamente
diferentes ( P  0,05) a los del tratamiento FC. No
obstante este resultado, se sabe que el S y el B favorecen la
fijación simbiótica del N y la calidad de la
proteína, parámetros que no fueron evaluados en
esta investigación.

La falta de relación entre un bajo nivel de Sd y
la no respuesta en materia seca al comparar FC-S con FC en el
suelo Marchihue se podría explicar por una posible
mineralización del S orgánico durante el
crecimiento de las plantas, la cual se ve favorecida durante su
desarrollo
(Murphy, 1980). Sin embargo, dado el bajo contenido de materia
orgánica en el suelo Marchihue, la falta de efecto en el
tratamiento FC-S podría ser atribuida a absorción
foliar de SO2 atmosférico en el área
donde se realizó el ensayo. En
Inglaterra,
Cowling et al, (1973) encontraron respuesta a la
aplicación de S en trébol rosado (Trifolium
pratense L.)
y en ballica (Lolium perenne L.) sólo al
utilizar una cámara de crecimiento con aire filtrado
para eliminar el SO2, comprobando con ello que el
SO2 atmosférico es una fuente de S que es
absorbida por las hojas o bien puede difundir en el medio poroso
del suelo.

Los cultivos pueden absorber entre 8 y 10 kg ha-1 de S,
en forma de SO2 atmosférico cuando los
contenidos en la atmósfera son del
orden de 35 a 40 m
g m-3 (Murphy, 1980; Kamprath y Jones, 1986). De acuerdo a
mediciones de SO2 atmosférico hechas por el
Servicio de
Salud
Metropolitano del Ambiente (SESMA), su concentración en la
comuna de La Pintana, donde se realizó el ensayo,
varía entre 10 y 20 m g m-3, lo cual indica que perfectamente el
SO2 pudo ser una fuente de S.

El rendimiento de MSA del tratamiento FC-Mo no tuvo
diferencias significativas (P  0,05) con respecto del
tratamiento FC (Figura 1), pero sí las hubo en el
rendimiento de MSR en el suelo Curanipe (Figura 2), el cual
tenía menos Mo disponible que el suelo Marchihue (Cuadro
2). Los contenidos de Mo extraídos con agua, indican que
ambos suelos tendrían suficiente Mo para suplir los
requerimientos del trébol subterráneo. Jones et
al.
, (1972) en un ensayo en
macetas con trébol subterráneo, realizado en
California, con un suelo franco arenoso, pH 5,9, obtuvieron
rendimientos muy similares de MSA, alrededor de 6,0 g por maceta,
con un tiempo de siembra a cosecha de 118 días, lo que
avala y corrobora los niveles de productividad obtenidos en este
ensayo, que duró 79 días. Por lo tanto, el
único de los nutrientes estudiados claramente deficitario
sería el fósforo. 

Figura 2. Rendimiento de materia
seca de raíces (MSR) para los distintos tratamientos.
Figure 2. Root dry matter (RDM) yields for the different
treatments.

MATERIA SECA DE
RAÍCES

TRATAMIENTO

Concentración de nutrientes en las
plantas

El análisis de planta es una técnica de
diagnóstico apropiada para cultivos
forrajeros tomando ciertas consideraciones (Kelling y Matocha,
1990)

Nitrógeno. Las concentraciones de
nitrógeno (Cuadro 4) no presentan grandes diferencias
entre suelos, en el tratamiento FC sus valores fueron 28,8 y 29,3
g kg-1 en los suelos Curanipe y Marchihue,
respectivamente, muy similares a los encontrados por Evans et
al.
(1990) en Australia, donde éstos variaron entre
29,0 y 30,7 g kg-1.

Cuadro 4. Concentración de
nutrientes aniónicos en plantas de trébol
subterráneo 1.
Table 4. Anionic nutrient concentration in subterranean
clover.

Nutriente1

Tratamiento

N

P

S

B

Mo

—————– g kg-1
——————

——– mg kg-1
———–

Suelo Curanipe

Testigo

22,7

1,9

2,2

24

0,3

FC

28,8

2,1

3,2

49

0,4

FC-P

37,6

1,9

n.a.2

61

n.a.

FC-S

29,3

2,0

2,8

48

n.a.

FC-B

29,9

1,9

n.a.

24

n.a.

FC-Mo

23,8

1,9

n.a.

52

0,3.

Suelo Marchihue

Testigo

28,0

1,4

1,8

21

bld3

FC

29,3

3,6

3,8

197

0,8

FC-P

41,2

1,4

n.a.

360

n.a.

FC-S

28,5

3,7

1,7

103

n.a.

FC-B

19,3

3,2

n.a.

10

n.a.

FC-Mo

29,0

3,8

n.a.

246

bld

1 Muestra compuesta de las tres
repeticiones debido a la baja cantidad de MS en algunos
tratamientos.
2 n.a. = no analizado, por justificarse sólo en
algunos tratamientos por el costo de la
determinación analítica.
3 bld = bajo límite de detección FC:
Fertilización completa. – P: menos fósforo. – S:
menos azufre. – B: menos boro. – Mo: menos molibdeno.

La menor disponibilidad de B afectó la
fijación simbiótica de N en el suelo Marchihue, ya
que la concentración de N en el tratamiento FC-B fue de
19,3 g kg-1 mientras que en los otros tratamientos sus
valores fluctuaron entre 28 y 41,2 g kg-1 (Cuadro
4).

Las altas concentraciones de N en los tratamientos FC-P
(Cuadro 4) indican que probablemente S, B y Mo favorecieron la
fijación simbiótica, ya que las concentraciones de
N en los testigos fueron menores; por tanto, en las plantas de
los tratamientos FC-P el nitrógeno se acumuló por
un menor crecimiento debido a la deficiencia de P.

Fósforo. De acuerdo a los niveles de P en
las plantas propuestos como adecuados por Jones et al.
(1980) y Bolland et al. (1995), de 2,0 a 2,8 g
kg-1 y de 2,0 a 3,0 g kg-1,
respectivamente, sólo las plantas del tratamiento FC y
FC-S en el suelo Curanipe estaban en torno al valor
mínimo del rango adecuado (Cuadro 4), no obstante, las
plantas de los otros tratamientos presentaron valores muy
próximos (1,9 g kg-1), mientras que en el suelo
Marchihue solamente las plantas de los tratamientos T y FC-P
presentaron niveles no adecuados, menores de 2 g kg-1
de P.

El trébol subterráneo es muy sensible a
los niveles bajos de P disponible (Pd) en los suelos,
tanto para su establecimiento como para su persistencia; al
respecto, referencias de los últimos años coinciden
en esta característica (Campillo, 1991; Paynter, 1992;
Burnett et al., 1994; Bolland y Paynter, 1994; Bolland
et al., 1995; Opazo et al., 1999). Las
concentraciones más altas de P en planta en los
tratamientos con P en el suelo Marchihue indican que la
absorción fue mayor y está asociada a un suelo de
textura más arenosa

Azufre. Las concentraciones de S en planta
(Cuadro 4) están sobre el nivel adecuado señalado
por Jones et al. (1970) de 1,2 a 1,6 g kg-1. De
acuerdo con Drlica y Jackson (1979), que señalan un nivel
crítico de 2,0 g kg-1 de S, sólo el
tratamiento T en el suelo Marchihue presenta un valor no
adecuado, lo cual se relaciona con su muy bajo contenido de S
disponible (Cuadro 2). Estos resultados corroboran la hipótesis de que el SO2
atmosférico fue una fuente de S para las
plantas.

Boro. Los contenidos de B en planta, con
excepción del tratamiento FC-B del suelo Marchihue, son
superiores a 20 mg kg-1 (Cuadro 4). Las plantas pueden
alcanzar contenidos de B hasta de 60 mg kg-1. Jones
(1974) señala que es muy rara la deficiencia de B en
tréboles anuales en California, por tanto no hace
referencia a niveles críticos. En cambio,
Sherrell (1983) señala un nivel crítico de 16 mg
kg-1 de B para trébol blanco (Trifolium
repens
L.). Por otra parte, Gupta (1993b) indica un rango
adecuado entre 21 a 45 mg kg-1 para trébol
rosado (Trifolium pratense L.) en el estado de
floración y sostiene que un nivel sobre 59 mg
kg-1 puede causar toxicidad.

Las altas concentraciones de B en planta encontradas en
los tratamientos FC, FC-P, FC-S y FC-Mo en el suelo Marchihue
(Cuadro 4) con bajo contenido de materia orgánica y
deficiencia de B (Cuadro 1), evidencian que el B aplicado como
H3BO3 fue absorbido muy fácilmente,
alcanzándose niveles de hasta 360 mg kg-1, sin
observarse síntomas de toxicidad en las plantas. Esta
fácil absorción de B se relaciona con la textura
franco arenosa (73,1 % de arena) del suelo Marchihue, y discrepa
en parte con lo señalado por Loué (1988), quien
indica que una concentración excesiva de B está
sobre los 100 mg kg-1 y se asocia a síntomas de
quemadura en las hojas. Según los resultados de este
estudio la dosis de B en ensayos en
macetas debería ser del orden de 0,6 mg de B por kg de
suelo para alcanzar concentraciones entre 20 a 60 mg
kg-1, esta dosis corresponde a un 25% de la dosis
aplicada en este estudio.

Molibdeno. En cuanto a Mo, con una dosis
equivalente a 1 kg ha-1 de Mo en el tratamiento FC se
lograron concentraciones de 0,4 a 0,8 mg kg-1. de Mo
en las plantas (Cuadro 4). Dawson y Bhella (1972), en un estudio
para determinar los efectos de la aplicación de Mo en
trébol subterráneo, realizado en Oregon, EE.UU.,
con muestras tomadas de 0 a 15 cm de profundidad, encontraron una
alta respuesta en rendimiento a la aplicación de 0,44 kg
ha-1 de Mo, obteniendo concentraciones en la planta
entre 0,05 y 0,52 mg kg-1 de Mo.

Las concentraciones óptimas de Mo en la planta de
trébol subterráneo se encuentran en el rango de 0,5
a 1,0 mg kg-1. y no superior a 5,0 mg kg-1
que se considera un nivel excesivo. Petrie y Jackson (1982)
señalan un nivel crítico de 0,1 mg kg-1,
por tanto la disponibilidad de Mo fue suficiente sólo en
el suelo Curanipe, ya que en el suelo Marchihue la
concentración no alcanzó el límite de
detección (Cuadro 4). En el tratamiento FC se alcanzaron
concentraciones de Mo adecuadas en las plantas.

Fósforo disponible Pd y su efecto
en el trébol subterráneo.

Los investigadores extranjeros coinciden en emplear
tanto el análisis de suelo como el de planta para manejar
la fertilización en una pradera mixta que incluya alguna
especie de trébol. Hodged y Lewis (1989) señalan 20
mg kg-1 de P-Olsen como nivel crítico en suelo,
y mientras no se tenga una calibración para los suelos del
país tendría que emplearse este valor como nivel
crítico. Datos obtenidos
en la zona de estudio, aún no publicados por los autores,
indican una alta respuesta al P en todos los suelos con niveles
de Pd entre 0 y 14 mg kg-1, lo que
confirmaría el nivel crítico de Pd
señalado (20 mg kg-1).

El rendimiento de MSA y MSR en el suelo Marchihue, con
un nivel de P disponible muy bajo, 1 mg kg-1 (Cuadro
3), se incrementó en 1.142 y 370%, respectivamente, al
aplicar P. Estos resultados corroboran la importancia del P en el
rendimiento del trébol subterráneo, la cual ha sido
demostrada en diferentes partes del mundo (Jones et al.,
1972). Los suelos del secano costero e interior de la VI
Región tienen baja disponibilidad de fósforo. Opazo
y Carrasco (1995) al analizar los contenidos de Pd en
14 suelos del secano costero e interior en la VI Región
encontraron un valor promedio de 7 mg kg-1 de 0-20 cm
y de 5 mg kg-1 de 20 a 40 cm de profundidad, y un 33%
de los suelos tenían niveles bajos a muy bajos de
Pd.

En los dos suelos del presente estudio, un mes
después de la siembra, las plantas de los tratamientos T y
FC-P presentaban menor crecimiento y una coloración rojiza
en torno a las venas centrales de cada folíolo,
característica de la deficiencia de fósforo. Al
respecto, Fernández (1996) describe el mismo
síntoma en un ensayo con soluciones
nutritivas, señalando que al decimocuarto día se
presentó la deficiencia, observando además una
coloración verde levemente más obscura,
pecíolos alargados y delgados y una coloración
rojiza alrededor de la vena central de cada
folíolo.

Azufre disponible y su efecto en el trébol
subterráneo

El contenido de S disponible (Sd) en ambos
suelos fue bajo (Cuadro 2), por tanto, se esperaba un incremento
en el rendimiento de materia seca al aplicar S; sin embargo, el
rendimiento de MSA no presentó diferencias significativas
(P £ 0,05)
entre los tratamientos FC y FC-S (Figura 1). Estos resultados se
atribuirían a: 1.- una probable solubilización de
compuestos de baja solubilidad que contienen azufre (azufre
nativo); 2.- mineralización del S orgánico, la que
se favorecería en las macetas por las condiciones de
humedad y temperatura; y 3.- absorción de SO2
atmosférico por las hojas. Lo anterior indica la necesidad
de considerar estos factores, especialmente la presencia de
SO2 en la atmósfera, como producto de la
actividad industrial, al evaluar la disponibilidad de azufre en
un suelo.

El primer supuesto se fundamentaría en un estudio
de adsorción de S realizado por Carrasco y Opazo (trabajo no
publicado), en estos suelos, cuyos resultados estarían
corroborando la teoría
de la solubilización del azufre nativo, ya que
detectó una adsorción negativa de S
(liberación de S a la solución) aún en
suelos con bajos contenidos de Sd.

El tercer supuesto parece ser válido en
contraposición a un ensayo de invernadero realizado con
trébol rosado en suelos de origen volcánico del sur
de Chile, en el cual las plantas de los suelos con bajos
contenidos de Sd presentaron síntomas visuales
de deficiencia y menor producción de MSA (Opazo, 1982). La
explicación puede estar relacionada con los sectores y
fechas de realización de los ensayos los cuales
implicarían distintas condiciones de calidad del
aire.

El nivel crítico de Sd en los suelos
para leguminosas forrajeras, citado por Carrasco et al.
(1999), es de 3 mg kg-1, por tanto se esperaba un
efecto del tratamiento FC en el suelo Marchihue, el que no se
presentó, y el rendimiento expresado en MSA en ambos
suelos fue similar (Cuadro 3).

Gilbert y Robson (1984) en el oeste de Australia, en un
ensayo en macetas en invernadero, con un suelo arenoso y 0,44 %
de MO, encontraron un alto incremento en el rendimiento de MSA al
aplicar S. También, las aplicaciones de S en una
asociación trébol subterráneo y ballica
incrementaron el porcentaje de trébol en la pradera mixta
de 4 a 37%. Estos resultados señalan que el trébol
subterráneo es una especie que presenta una alta respuesta
al S bajo condiciones de deficiencia, lo que no ocurrió en
el presente estudio, cuyos suelos tienen valores de Sd
muy bajos. Como se ha indicado, la disponibilidad de S es un
aspecto muy importante que debe ser estudiado, considerando las
diferentes fuentes de
aportes y procesos.

Boro disponible y su efecto en el trébol
subterráneo.

En los tratamientos testigo, el rendimiento de MSA en el
suelo Marchihue fue significativamente inferior (P
£ 0,05) al
obtenido en el suelo Curanipe (Figura 1), lo que indicaría
que un contenido de 0,04 mg kg-1 de boro disponible
(Bd)) junto con un nivel muy bajo de Pd en
el suelo (1 mg kg-1) es limitante para el normal
crecimiento del trébol subterráneo.

El Bd en el suelo Marchihue fue
extremadamente bajo (0,04 mg kg-1); según
Loué (1988), el Bd en los suelos varía
entre 0,1 y 3,0 mg kg-1, y no se detectó
diferencia significativa (P £ 0,05) para MSA entre los tratamientos FC
y FC-B (Figura 1). La explicación puede ser una
liberación de B no disponible por efecto de la
rizósfera, ya que la retención de B por los
sesquióxidos y caolinitas es particularmente alta como lo
señalan los investigadores Elrashidi y O’Connor
(1982). El contenido de Bd extremadamente bajo en el
suelo Marchihue se asocia a un mayor contenido de arena y menor
contenido de materia orgánica. En los suelos arenosos el B
se lixivia presentándose contenidos más altos entre
los 20 y 40 cm de profundidad en comparación con los
contenidos en la capa arable (Tisdale et al.,
1985).

Loué (1988) señala que el nivel
crítico de Bd en el suelo, para las plantas
sensibles, se ha considerado entre 0,75 y 1,0 mg kg-1.
También se ha propuesto que para la interpretación del Bd se
debería considerar el pH y, además, incluir la
textura (Gupta, 1993a).

El nivel crítico universal considerado para el
método de extracción con agua caliente es de 1,0 mg
kg-1. Shorrocks (1982) en relación con el pH,
indica que se ha establecido de 0,3 a 0,5 mg kg-1 de
Bd para suelos con pH entre 5,5 y 7,0. En
relación con la textura señala que se ha
establecido un nivel crítico de 0,8 mg kg-1 en
los suelos arcillosos, de 0,5 mg kg-1 en los suelos de
textura franca, y de 0,3 mg kg-1 de Bd en
los suelos de textura arenosa. Mortvedt y Woodruff (1993),
según el tipo de suelo, señalan para el
trébol subterráneo en el Estado de
Oregon, EE.UU., dos valores como nivel crítico de boro:
0,5 y 1,0 mg kg-1.

La obtención de rendimientos de MSA similares en
los tratamientos FC y FC-B (Figura 1) también se puede
atribuir a que en forrajeras leguminosas una deficiencia ligera
de B puede no presentar síntomas visuales, pero afecta la
floración y la producción y calidad de las
semillas, sin afectar el rendimiento de MSA. El síntoma
visual en las hojas es que se tornan cloróticas y
presentan una coloración rojiza, que aparece
frecuentemente antes del estado de floración (Loué,
1988). El síntoma descrito se observó en este
ensayo hacia la época de floración, lo que
correspondería a una carencia leve, ya que cuando es
severa, las hojas superiores toman una coloración amarilla
y muere el punto de crecimiento. Los tréboles figuran
entre las plantas con un alto requerimiento de B.

En el suelo Marchihue con un menor contenido de
Bd la aplicación de boro incrementó la
concentración de nitrógeno en las
plantas.

Molibdeno disponible y su efecto en el trébol
subterráneo

Los suelos analizados no tendrían niveles
adecuados de molibdeno disponible (Mod). En Australia
para el Mo soluble se considera un valor de 10 m g kg-1 de Mo para
separar los suelos según contenidos suficientes o
insuficientes de este elemento (Alston A., 1999, Department of
Soil and Water, University of Adelaide, South Australia, comunicación personal). Sin
embargo, en el tratamiento FC-Mo no se presentaron
síntomas visuales de deficiencia ni tampoco hubo
diferencias significativas en la producción de MSA al
compararlo con el tratamiento FC (Figura 1). Tisdale et
al.
(1985) señalan que una de las leguminosas
más sensibles a la deficiencia de Mo es el trébol
subterráneo.

En Australia, Ready et al. (1981a; 1981b),
también determinaron Mo mediante extracción con
agua y obtuvieron menos de 10 m g kg-1 en un suelo podzólico
laterítico con un 2,4% de materia orgánica y,
además, el contenido mayor de Mo en el suelo
implicó una mayor concentración en las
plantas.

Loué (1988) señala que los numerosos
factores que inciden en el contenido de Mo disponible en el suelo
y su absorción por las plantas implican que el
análisis de suelo es generalmente insuficiente para
poder
diagnosticar una deficiencia de Mo; también resulta
complicado comparar los diferentes métodos.

Mortvedt (1981) sugiere que en las leguminosas
forrajeras, en lugar de analizar la concentración de Mo en
la planta, sería más adecuado analizar la
concentración de N, puesto que el incremento de
crecimiento en numerosas leguminosas, luego de aplicar Mo, se
relaciona más con un incremento en la absorción de
N que con el de Mo propiamente tal; además el
análisis de Mo en plantas es engorroso.

Nodulación.

En el Cuadro 5 se presentan los resultados del
número de nódulos por maceta, correspondientes a
seis plantas. En los tratamientos T y FC-P el número de
nódulos es mayor en el suelo Curanipe; aún cuando
no hay diferencia estadística, probablemente por una
variabilidad inherente entre repeticiones, sí se observa
una tendencia que se explicaría por una fertilidad
más alta en el suelo Curanipe. El efecto del
fósforo fue muy significativo, ya que en los tratamientos
T y FC-P del suelo Marchihue, el número de nódulos
fue de 67 y 17 nódulos por maceta, respectivamente,
mientras que en los otros tratamientos estuvo en torno a 630
nódulos por maceta (105 nódulos por
planta).

Cuadro 5. Comparación del
número de nódulos entre suelos (seis plantas).
Table 5. Comparison of the number of nodules between soils
(six plants).

Tratamiento

Suelo

Testigo

FC

FC-P

FC-S

FC-B

FC-Mo

—————————N°
de
nódulos———————————

Curanipe

188 a

144 a1

53 a

100 a

238 a

313 a

Marchihue

67 b

620 b

17 a

612 b

663 b

628 b

1 Letras iguales en la misma
columna indican que hay diferencias estadísticas (P£ 0,05).
FC: Fertilización completa. – P: menos fósforo. –
S: menos azufre. – B: menos boro. – Mo: menos
molibdeno.

El menor número de nódulos observado en el
suelo Curanipe para los tratamientos FC, FC-S, FC-B y FC-Mo,
probablemente, se relacionaría con un contenido de
aluminio de
intercambio (Al+3) más alto, 0,09 cmol (+)
kg-1, comparado con 0,04 cmol (+) kg-1 en
el suelo Marchihue, debido a un pH más ácido (5,1),
como se observa en el Cuadro 1. Estos resultados
indicarían que el trébol subterráneo
según el cultivar puede ser sensible al pH y al
Al+3, como ocurre con el cv. Trikkala en este estudio.
No obstante, Evans et al. (1990) no encontraron un efecto
marcado del pH en trébol subterráneo cv. Junee, e
indican que otras especies de leguminosas como Medicago
murex
cv. Zodiac y Trifolium resupinatum cv. Kyambro
fueron más sensibles.

En el suelo Marchihue, la aplicación de
fósforo incrementó la nodulación en forma
significativa (P £ 0,05), al comparar los tratamientos T y
FC-P con los otros tratamientos (Cuadro 5), dejando en evidencia
el efecto del P y del aluminio de intercambio. En el suelo
Marchihue la fertilización favoreció el
número de nódulos en una proporción
más alta por su mayor aireación relacionada con su
textura más arenosa.

La acidez activa del suelo medida por el pH es el
principal factor que afecta la sobrevivencia y el desarrollo del
Rhizobium en el suelo, no obstante existen diferencias en
el grado de tolerancia entre
las diferentes especies de Rhizobium. El Rhizobium
meliloti
es uno de los más sensibles a la acidez del
suelo y se afecta a pH bajo 6,0, en cambio el Rhizobium
trifolii
se afecta a valores bajo 4,5 (Tisdale et
al.
,1985).

El tamaño de los nódulos varió
de < 1 mm a 2
mm; sólo un 5% de los nódulos tuvo un tamaño
superior a 2 mm. La fragilidad y pequeñez de los
nódulos impidió determinar su peso. En el suelo
Marchihue los nódulos presentaron una coloración
muy rosada, por la presencia de una mayor concentración de
hemoglobina. La alfalfa presenta nódulos de mayor
tamaño que varían entre 2 a 8 mm, e incluso algunos
pueden sobrepasar los 8 mm (Tisdale et al., 1985); el
trébol subterráneo se caracteriza por
nódulos pequeños.

CONCLUSIONES

La metodología implementada de ensayo en
macetas en invernadero fue exitosa, ya que permitió
obtener resultados en rendimiento de materia seca aérea y
de concentración de nutrientes aniónicos en plantas
de trébol subterráneo muy similares a los de otras
investigaciones en el extranjero.

De los cuatro nutrientes aniónicos, el
fósforo es claramente deficitario y limita el rendimiento
del trébol subterráneo cv. Trikkala en suelos del
secano costero e interior, de la Cordillera de la Costa, VI
Región.

En la interpretación de la disponibilidad de
azufre debiera considerarse el S mineralizable y la posibilidad
de que haya absorción foliar de SO2
según sus concentraciones en el aire.

En el suelo con menor contenido de boro disponible la
aplicación de boro incrementó la
concentración de nitrógeno en las
plantas.

La deficiencia de fósforo y la presencia de 0,09
cmol (+) kg–1 de aluminio intercambiable afectan
la nodulación.

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José Domingo Opazo A.2,
Lorena Fernández S.
3 y María
Adriana Carrasco R.
2
1 Trabajo
financiado por proyecto FONDECYT
N° 1950757.
2 Universidad de Chile, Facultad de Ciencias
Agronómicas, Casilla 1004, Santiago, Chile.
3 Servicio Agrícola y Ganadero, Avda. Bulnes
140, Complejo Lo Aguirre, Santiago, Chile.

Partes: 1, 2
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